Lobo amigable

El mejor amigo del hombre”. No hay oración más apropiada que describa a la mascota preferida de muchos, a ese compañero llamado perro. No podríamos decir lo mismo de su pariente cercano, el lobo: jamás querríamos adoptar a uno para ser nuestro guardián cuando del que nos tendríamos que cuidar sería de la mascota en sí. A pesar de que el perro derivó del lobo y las diferencias entre ellos es mínima en sus genes, ¿qué hizo tan diferente el comportamiento entre la mascota y su ancestro salvaje?

Esa misma pregunta se la planteó el científico ruso Dmitry Belyaev en 1959, por lo que puso en marcha un experimento para intentar recrear la domesticación del perro. Para esto utilizó al zorro plateado, una variedad del zorro rojo criada en granjas para la industria peletera y especie prima del lobo. Dmitry y su equipo seleccionaron a los animales menos agresivos y los reprodujeron. De cada generación que obtenían volvían a seleccionar a los zorros con carácter más dócil y amigable y los volvían a reproducir. Con el paso de las generaciones los zorros mostraban un comportamiento parecido al perro: movían la cola al observar a un humano y buscaban el cuidado de parte de los investigadores.

Para ver el efecto contrario de la selección “amigable”, los investigadores rusos también reprodujeron varias generaciones de los zorros más agresivos de las granjas. Los descendientes que surgieron presentaban un carácter violento: gruñendo, mostrando los dientes y mordiendo a quienes se acercaban a sus jaulas; el comportamiento menos deseable para un animal de compañía.

Cincuenta años después Lenore Pipes, investigadora de la Universidad de Cornell, sospechó que el comportamiento se había modificado debido a un cambio en los genes de los zorros. Pero analizar y comparar todo el ADN de cada animal e indicar en donde se había producido el cambio sería una tarea imposible, por lo que decidió analizar sólo las variaciones genéticas que habían sucedido en el órgano principal de la conducta: el cerebro.

Para lo anterior extrajeron el córtex pre frontal y las amígdalas, sitios responsables de regular el comportamiento social y procesar la información emocional, respectivamente, y midieron los niveles de expresión de genes para sensores de dos neurotransmisores: dopamina y serotonina. Ambos son importantes mensajeros entre neuronas y, aunque las dos participan en el control de comportamiento y emociones, cada uno lo hace de manera diferente.

A la dopamina se le ha implicado en el control de las emociones y del pensamiento, así como en la adicción a drogas como la cocaína (sustancia que provoca liberación de dopamina). Los especialistas en psicofármacos aseguran que un alto nivel de este neurotransmisor provoca trastornos esquizofrénicos y agresividad.

La serotonina por su parte cumple diversas funciones de regulación de actividades importantes como el sueño, el comportamiento agresivo, aprendizaje, memoria, entre otras. Cuando hay deficiencia de este neurotransmisor, aparecen enfermedades como el Alzheimer y agresividad impulsiva

Pipes notó diferencias en el cerebro de los dos grupos de zorros. Los zorros dóciles tenían una elevada expresión para un receptor de serotonina y bajos niveles para los receptores de dopamina. En caso contrario los zorros agresivos tenían alta expresión de genes relacionados con la detección de dopamina.

Estos neurotransmisores son una clave importante para explicar el comportamiento de los animales criados durante el experimento. La investigación de la Universidad de Cornell propone una idea de lo que podría estar pasando: los zorros dóciles son menos agresivos porque la serotonina actúa más en su cerebro que la dopamina, mientras que en los zorros agresivos la dopamina es detectada en mayores cantidades, con consecuencias ya descritas.

Esta investigación es un gran paso para entender los efectos de la domesticación en el lobo y da una pista de dónde surgió el perro, pero como advierte el biólogo evolucionista Adam Freedman de la Universidad de Harvard, el cambio en la química del cerebro no es lo único que influyó. La domesticación es un proceso que representa un misterio para los científicos y sólo se puede tener una idea de los sucesos tentativos que fueron responsables de que ahora podamos disfrutar de la compañía de lo que se podría nombrar un lobo amigable.

Lobo

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