La situación de la participación ciudadana en México (Parte 3)

El presente y futuro de la participación ciudadana

Si la situación en México no parece permitir un involucramiento civil por sus leyes y su cultura política, ¿entonces no hay esperanza para la participación ciudadana? No del todo; aún se podría vislumbrar una posibilidad. La investigación de Pippa Norris en 2002, puede dar algo de esperanza para la perspectiva actual.

En esta investigación mencionan que casi siempre se toma como indicador de participación ciudadana los modelos tradicionales, cómo la votación en elecciones populares. Este modelo, el cual nombran como “de deterioro,” sugiere que como ha disminuido la participación en las votaciones, entonces la sociedad se encamina a una era de apatía política y poco interés en las decisiones gubernamentales.

Pero, comenta Pippa Norris, hay que tomar en cuenta otros desarrollos sociales que influyen en la cultura, como el desarrollo tecnológico y educativo. Propone un modelo alterno para explicar lo que se observa, “de modernización”, en donde el avance de la tecnología, como el internet y dispositivos móviles, está generando nuevas formas de participación ciudadana. Aunque aumente el uso de estas nuevas herramientas de participación, no sustituyen a los tradicionales; ambos son complementos de un mismo fenómeno.

Ya en 2008 Víctor Pitalúa mencionaba en su ponencia “Nuevas herramientas para la participación ciudadana” que las TIC’s (Tecnologías de Información y Comunicación) están abriendo nuevas posibilidades de participación para la ciudadanía. La era digital ha ayudado a compensar un poco los déficits que sufren los modelos tradicionales. Ha logrado que la información sea más accesible, se puede generar plataformas para lograr una mayor inclusión de grupos vulnerables y se puede exigir mayor rendición de cuentas y justicia en casos de corrupción o ilegalidades.

El detalle con los medios digitales es, como cualquier otra herramienta, que no es una cura milagrosa. Pitalúa tambiénmencionaba que, si bien el internet da muchas herramientas para acercar a la población hacia los tomadores de decisiones, se necesita un compromiso por parte de todos los involucrados en el proceso. En su texto, se enfoca principalmente a gobierno, en dónde comenta que será necesario que este establezca plataformas, personal y recursos suficientes para crear un mecanismo eficaz.

Principalmente las instituciones encargadas de organizar y legislar estos mecanismos deben de estar preparados para utilizar la web. Lo que más señala Pitalúa es que dichos organismos cuenten con herramientas de rendición de cuentas, información y solicitudes que puedan ser llevabas a cabo por medio de la red. También será necesario cursos constantes de capacitación de personal en temas informáticos, dirigidos tanto a los servidores públicos como a la ciudadanía en general.

En 2011, Felipe Hevia y colaboradores  realizaron un análisis de las instancias públicas encargadas de rendición de cuentas. Su investigación arrojó que para 2010, muchas páginas web de transparencia pertenecientes a gobierno no cumplían con su función; la gran mayoría no presentaban información de quienes eran los responsables de  los proyectos, información de contacto (cómo números telefónicos o emails) y algunas hasta no informan sobre sus funciones. Esto parecía repetir el mismo problema que sucedía con las leyes: se crearon las herramientas, pero no cumplían con su misión de facilitadores de la participación ciudadana.

En una fecha más actual, como es el 2020, el activismo en redes se ha vuelto más frecuente. Ya es común que muchas campañas sociales adquieran fuerza por medio del internet (utilizando lo que muy vulgarmente se conoce como “el tren del mame”). Páginas como Change.org o la misma facilidad que da Twitter o Facebook de entablar contacto directo con personajes políticos han cambiado las dinámicas de participación ciudadana. Con la cada vez más común cercanía hacia los políticos, la participación ciudadana se está viendo transformada. La dinámica descendente unilateral (del poder al pueblo) se ha transformado en una increíble red, en dónde diferentes actores sociales (como medios de comunicación, actores, políticos y sociedad) encuentran una comunicación sin intermediarios casi instantánea.

¿Y qué hay de la cultura política? Aunque se sigue viendo la apatía política en la mayoría de la población, el internet ha facilitado un poco más el acercamiento a la participación ciudadana. En cambio, el autoritarismo y presidencialismo que tanto imperó en los años después de la revolución parece que vienen de regreso.

La presidencia actual dice ser una de cercanía con el pueblo, respetando su voluntad; pero la crítica de los medios de comunicación y algunos organismos internacionales parecen apuntar a lo contrario. Se ha puesto en duda dicha premisa, ya que parece ser otra de las viejas apariencias de la participación ciudadana. El ejemplo más notorio actualmente es el megaproyecto del “Tren Maya”

El gobierno justifica su construcción al decir que tiene el respaldo de la población. Pero lo que sale a relucir es el método poco transparente de la consulta ciudadana que se realizó en 2019 con respecto al tema. La ONU criticó que no cumplía con todos los estándares de participación ciudadana: las traducciones a los idiomas de algunas comunidades no estaba bien hecho, sólo dieron datos positivos sobre la construcción del tren, lo que sesgó la información; además de no asegurar la igualdad de género en la participación de la población, ya que sólo se registró un 1% de participación de las mujeres.

Si a eso se le suma que la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) fue acusado de ocultar datos sobre los impactos negativos del proyecto, admitiendo que los tenían disponibles para antes de la consulta, pero decidieron no publicarlos para “no influir en la consulta.” Lo anterior es una contra el principio de transparencia y acceso a la información de la sociedad, y lo que pone en tela de juicio la legitimidad de dicha consulta.

Todo lo anterior parece apuntar a un retroceso en el uso de las herramientas de participación ciudadana. Han regresado (o tal vez nunca dejaron de ser) sólo como un método para legitimar una decisión que ya había sido autorizada por el gobierno, como en las antiguas prácticas; un sello de aprobación social dudoso. Lo que marca la diferencia de las épocas pasadas con el presente es, como se mencionó arriba, el desarrollo tecnológico y acceso al internet.

Con la llegada de las redes sociales, el tránsito de información ya no es controlado totalmente por los medios masivos, el gobierno o lo que es peor, los medios controlados por el gobierno. Cada vez es más frecuente los debates y discusiones sobre las decisiones y malas prácticas de los gobernantes de cada nivel; además de facilitar la rendición de cuentas al poder acceder evidencias fotográficas, de video o publicaciones que quedan guardadas en la red.

Aunque se quisiera regresar a un autoritarismo absoluto, primero se tendría que eliminar las redes de información independientes. Lo anterior es algo que muchos países han intentado, como la Ley SOPA (Stop Online Piracy Act) en Estados Unidos; o incluso ya alcanzaron en dominio de la web (sólo es necesario ver el control total de las redes sociales en países como China o Corea del Norte).

Para concluir, la cultura política y leyes de participación ciudadana en México todavía tienen mucho que avanzar. Si se quiere tener un verdadero involucramiento de la población en la toma de decisiones, primero se debe de aceptar como parte de la educación la idea de que la participación no es voluntaria, sino un derecho y obligación de todos los ciudadanos.

También será vital entender que el sistema unilateral de toma de decisiones, en dónde primero el gobierno decide qué es relevante y luego se permite un involucramiento ya es obsoleto. Por último, la participación tendrá que trasladarse a la protección de la independencia del flujo de información en internet; esto con el fin de que exista un contrapeso de información y transparencia para todos los involucrados. Al final, para crear una verdadera democracia no se puede seguir pensando que sólo hay una opción de participación, que es el voto en las urnas. Aunque es un mecanismo importante, no es el único al que debe de acudir un ciudadano al momento de expresar su interés en el rumbo del país. Se debe de conocer y promover los métodos de participación directa, además de exigir su simplificación para garantizar un acceso a la ciudadanía. Todo llevará una cantidad inimaginable de tiempo y esfuerzo a largo plazo, pero es un cambio necesario  si se quiere generar una sociedad cada vez más abierta y participativa.

Publicado en Resiliente Magazine el 29 de julio del 2020

Literaratura consultada

  • Comisión Nacional de los Derechos Humanos. 2014. El derecho humano al medio ambiente sano para el desarrollo y bienestar. Primera Edición. Ciudad de México
  • Gómez-García, L.E. El medio ambiente en el sistema jurídico mexicano. Revista Amicus Curiae, México, UNAM, año I, número 4, p. 3
  • Hevia, F., Vergara-Lope, S. y Ávila-Landa, H. 2011. Participación ciudadana en México: consejos consultivos e instancias públicas de deliberación en el gobierno federal. Perfiles Latinoamericanos 38: 65-88
  • Moller, A.D. y Jaramillo-Cardona, M.C. 2009. Cultura política, participación ciudadana y consolidación democrática en México. Espiral XVI: 137-171.

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