El amor está en las plumas: evolución del cortejo animal

Ya es febrero, mes del amor. Para muchos de los que tienen pareja (no cuenten a la autora entre ellos), el 14 de febrero es el día para reforzar una relación amorosa; incluso para buscar una pareja. Sea con una confesión sencilla o con una elaborada presentación, chocolates y globos incluidos.

Aunque la autora no tenga experiencia para hablar del cortejo humano, sí que puede hablar del cortejo en los animales silvestres. Los cortejos sexuales elaborados para atraer parejas no son únicos de los humanos; hay otras especies que también se la complican para impresionar a sus pretendientes.

Pero antes tenemos que definir que es un cortejo. Este es el conjunto de comportamientos exhibidos por un organismo para atraer y, eventualmente, reproducirse con un individuo del sexo opuesto. Mandarle mensajes a diario para un humano; un baile elaborado y un plumaje brillante en algunas aves. Eso es lo más sencillo de este tema. Un etólogo puede observar a una pareja de palomas y registrar todo lo que ve. Lo complicado empieza cuando nos preguntamos el porqué del comportamiento.

No nos referimos al porqué básico, eso ya lo dijimos: se quieren reproducir. La pregunta se complica más cuando preguntamos por qué lo hacen tan elaborado. ¿Por qué una paloma tiene que desarrollar plumas llamativas, movimientos coordinados en un “baile”, sonidos específicos y construir nidos complejos? Para empezar a resolver esto, hay que pensar en lo que conlleva reproducirse.

La reproducción, y en especial para la mayoría de las hembras, es un proceso costoso. ¿Costoso en qué? En tiempo, energía, comida y protección hacia las crías. Como la meta más básica en la reproducción es la supervivencia del linaje de los padres, ambos deben de invertir bien ese esfuerzo. Así, el sexo que corteja (principalmente los machos) debe de convencer al opuesto que este es una pareja en la que vale la pena invertir.

¿Cómo logran eso? Volvamos a pensar en los humanos: si tienes dinero, lo demuestras con lo que compras. En el resto de las especies, si quieren demostrar que tienen energía y salud, lo hacen invirtiendo en sus características físicas. Energía gastando en un plumaje más llamativo, coordinación motriz durante un baile, salud y vigorosidad defendiendo un territorio.

Además, si tomamos en cuenta que muchos de esos cortejos son multimodales, es decir, mandan mensajes por diferentes medios (bailan, cantan y construyen) las señales se tornan más complejas. Hasta ahora se sigue investigando por qué muchas especies han optado por complejos cortejos multimodales. Digo, ¿para qué gastar tanta energía si con un solo medio podrían mandar el mensaje?

Los etólogos han empezado a descifrar los orígenes detrás de este conglomerado de mensajes. Primero, cayeron en cuenta que había participantes que no tomaban en cuenta. En un cortejo no sólo hay un cortejado, también hay competidores y todo un ambiente alrededor. Los investigadores sospechan que la evolución de estos comportamientos está influida por la competencia entre los cortejantes, las dificultades para transmitir el mensaje que puede causar el ambiente e incluso para estimular la fisiología para la reproducción (“entrar en ambiente”, en lenguaje humano).

Todavía falta mucho por descubrir en lo que se refiere al cortejo. Pero si algo podemos sacar de todo esto es que parece que la complejidad y la variedad es muy atractiva. Eso explica los cortejos tan variados que llegamos a ver en la naturaleza. Así que ya saben: si quieren coquetear, hay que invertirle al cortejo. Lo simple no impresiona.

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